jueves, 3 de febrero de 2011

Galáctica Sounds!! ♪ ♫

     El platillo volante se detiene a tan sólo unos metros del pavimento ante una boquiabierta multitud que se agolpa a su alrededor, más curiosa que temerosa. Con un chasquido, el techo del platillo se abre como una flor de loto, vomitando niebla espesa a borbotones para luego ametrallar el cielo estrellado con haces de lasser multicolor.

     Los curiosos miran atónitos la escena en un silencio sepulcral sólo roto por el suave silbido de la brisa, que se mezcla con la neblina en una juguetona danza que eleva las faldas a las muchachas. Poco a poco, una suave melodía electrónica se cuela entre la muchedumbre, incitando al público a llevar el ritmo con el pie.

      La neblina se disipa revelando a tres seres enfundados en armaduras de luz sobre el techo del platillo, esgrimiendo instrumentos con pose amenazante.

      La turba traga saliva.

¡Un, dos, un, dos, tres! Grita una voz gutural para dar comienzo al espectáculo.

      La melena del guitarrista se agita enmarañada y violenta al compás de unos riffs de guitarra que hacen que las viejas salgan huyendo con las permanentes alborotadas, y que los más mojigatos se meen en los pantalones.

      El baterista golpea los platos con tanta potencia que los tímpanos de los espectadores en primera fila estallan como volcanes.

      Cunde el pánico. Un coro ensordecedor de gritos se suma a la canción.

      La tercera figura, conectada cerebralmente a una giga-computadora, interpreta estruendos electrónicos que rasgan el asfalto como si fuera papel. Los edificios se colapsan sobre el acojonado gentío, aplastándole bajo los escombros.

      Los músicos se contorsionan sobre el escenario, están dándolo todo.

      El guitarrista comienza a interpretar el solo, y rayos lasser surgidos de su instrumento hacen volar por los aires a los rezagados.

      Como guinda final, las tres melodías se fusionan en una única cadencia sonora que culmina en una explosión nuclear. Hormigón, carne, metal... todo se reduce a minúsculas partículas que se arremolinan en el cielo moldeando un hongo
gargantuesco ...

… He muerto, si, pero tengo que reconocerlo: ¡El mejor concierto de mi puta vida! 




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